“No sea tan fea que espante, ni tan hermosa que acerque, ni tan flaca que mortifique, ni tan gorda que empalague.”
“Sus gustos han de ser de los de sus maridos, participados, no propios.”
“Cuantos amigos adquieren ellas, tantos enemigos los acrecientan a ellos.”
“En casa pueden ayudar; fuera no pueden sino impedir.”
“No da su conversación gusto a los que con ellas se hallan, que las más de las veces no sea disgusto de quien las lleva.”
“Cuando no pierden ellas por el desear, pierden por el ser deseadas.”
“Débense temer mucho los llantos de las mujeres, de cuyos afectos dependen las determinaciones de los hombres.”
“Un mal casado tiene en su mujer toda la herramienta necesaria para la muerte, y ellos y ellas, a veces, el infierno portátil.”
“Se le permite que se afeite y barnice, con tal de que no sea de calidad que su marido la desconozca por la mañana.”
“No la quiero niña ni vieja, que son cuna y ataúd:”
“El infierno portátil”
Francisco de Quevedo
Editado por: VERDEHALAGO
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