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Meterse en Fosca. Chupar su cuello y dentadura. Llenarse la boca con el pecho izquierdo. Llenarse la mano con la nalga derecha.
11
Tu cuerpo, Fosca, instrumento musical de tantas cuerdas.
Para aprender a tocarlo, necesito mis tres vidas anteriores y mis tres vidas futuras…
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Tu vulva humedecida, Fosca, tan mojada y olorosa como un estanque. Tu vulva tan fresca como una rebanada de mamey.
Tu vulva cazadora de cabezas. Tu vulva donde el sol se oculta en busca de resguardo.
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Los flujos oxidados de Fosca duran días que parecen años.
He aprendido a quererla con la luna bermeja y guantes colorados.
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A Fosca también le gustan las guayabas. Adora su fragancia, su inconfundible sabor, su suavidad extrema. Cuando no puede dormir, las frota contra su clítoris hasta reventarlas.
SOLEDAD AL CUBO
Francisco Hernández.
Editorial: Colibrí
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