Surco mares, ahora vuela entre estantería prendada de su esqueleto, firme viaja sobre mi cabeza, expectante sabe que lo que aprendió del mar, vale más que los exabruptos burocráticos o los gemidos de la cometocracía. Vivió una vez para contarla, ahora lo volverá a hacer, eterna, no le importa la desolación de Gepeto, sabe que el efebo Pinocho fue tallado para ella.
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