sábado, 5 de enero de 2013

La mujer que soy

Son entonces tus manos ávidas en mí las que me rescatan del sueño solitario donde floto suspendido entre tú y la tierra y allá afuera llueve otra vez mi ventana ya disuelta en las luces del suburbio nada admite en esta calma muerta más allá de nuestra respiración nuestros cuerpos cambian de forma hallan otro espacio para medir las distancias desde la lejanía hasta aquí tus manos ávidas mías como una cuna mi mano te sostiene las tuyas hablan a través del sueño 3 a.m. y yo escucho acurrucado en tu pubis mi hombro entre tus piernas su lenguaje escucho al cuerpo tu peso entonces sobre mí la cama que gira y nosotros dormimos, dormimos, dormimos. Luego despertamos, despertamos y te vistes, te vistes y te vas como es preciso. Te vas. Dejas dejas dejas a la mujer que lo admito lo dije yo quisiera ser la mujer que soy entre tus piernas el hombre que tú quisieras ser entre las mías ese hombre que separa mis piernas que me rescata del sueño ese hombre en que tú te conviertes, un hombre cuando te vas y la mujer que soy duerme todo el día tus manos ávidas son un lenguaje del sueño de las 3 a.m. de la lluvia en la ventana de la mujer que soy, la mujer que espera, que espera, que se sienta y espera y se toca ella misma meciéndose en su propia mano, esta mujer que soy cómo deseo que me abraces así. Rustum Kozain (Versión de Jorge Esquinca)

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