jueves, 9 de octubre de 2014

Poema del miedo





I.



nos despertamos con él
no lo tendremos bajo control
sino hasta la noche

comienza su agitación

Miedo. Eso en lo que entramos al traspasar el umbral.




da vueltas
y nosotros en él
perdiendo el equilibrio

hecho nudo

adentro
como exprimido




incluso las cosas comienzan
a perder aplomo

todo se ablanda

uno se afana por salir
de la zona de peligro
o bien se hunde
y se echa tierra encima




alrededor
adentro y a través

como si hubiera permeabilidad

y el de adentro
se une al de afuera




desaprueba

y enfrente
el cuerpo se queda inmóvil

o si no el cuerpo es
helada envoltura
con el miedo moviéndose
adentro




el agua sube
y la arena y la tierra en el agua

uno calla

en el lodo
frío





II.



sentimos en la sombra
a nuestro alrededor
un movimiento más oscuro
y lento

la sombra nos acecha

escrutamos sin ver
sin saber qué nos espera


avanzando a ciegas
con miedo de perdernos
presentimos
el momento
en que se derrumbará el fino caparazón
lentamente construido





cuando logramos escapar
ya no queda nada que el miedo pueda
destruir


entonces
a veces reímos
cuando recorre el cuerpo
loco y azotando la cabeza en las paredes



no dormimos

en cuanto los ojos empiezan a cerrase
lo sentimos
como agua que brota
desde el fondo

zozobramos en él

no dormimos




quién puede aguantar
con el aire y la arena
en la boca
girando en la lengua
asfixiantes


quién puede decir
con el agua
en la boca
lo que haría retroceder al agua




III.


Al amanecer, una fina llovizna.

Al abrir la ventana, uno recibe en pleno
una bocanada de agua y de
tierra fresca.

Al amanecer ya pasó lo más duro.


Antoine Emaz


Traducción: Una Pérez - Ruiz


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