1
Anoche tuve un sueño. Acompañaba
a mi padre
por un camino de tierra. Los dos
íbamos a caballo
y apenas cruzábamos palabras. A
lo lejos se veía
la sombra de unos sauces, las
luces de un pueblo
desconocido y remoto. De pronto,
mi padre detuvo
su caballo y preguntó si yo sabía
a dónde íbamos.
Le contesté que no. Entonces
vamos bien, me dijo.
2
Los caballos del sueño sabían de
memoria
el recorrido. Era cuestión de
abandonar las
riendas, de dejarse llevar. Eso
me causaba un
poco de aprensión, incluso un
poco de miedo.
Mi padre, en cambio, parecía muy
tranquilo.
Pensé, parece tranquilo porque
está muerto.
3
Aquí es donde vivo, dijo como si
me quitara
una venda. Fue muy poco lo que
vi. Sólo un
páramo de piedras, remolinos de
arenisca,
huesos de caballos amarillos. ¿Qué
te parece?
No supe qué decir. Tenía sed y me
dolía un
poco la garganta. Es un lugar
hermoso, dijo,
pero a veces me gustaría
regresar. ¿Por qué
no regresas, entonces?, pregunté.
Porque es
más
fácil que tú vengas me dijo. Y desapareció.
EDUARDO CHIRINOS (Perú,
1960-2016)
No hay comentarios:
Publicar un comentario